MATANDO UN RIUSEÑOR
Lentamente y sin heridas visibles
El ruiseñor
cantaba alegremente todos los días, cada día era un trinar lleno de vida;
pensando para si mismo haber encontrado la felicidad. Se posaba en las altas
ramas y desde allí su voz se difundía por todo el bosque, cuando este se
aburría, simplemente emprendía el vuelo a otros nuevos prados, donde otros
animales en la tierra y en el aire pudieran escuchar su melodiosa voz.
Un día,
desprevenido, el pequeño ruiseñor volando por el medio de una campiña adornada
de flores silvestres que le escuchaban atentas y llenas de beneplácito porque
el ruiseñor cantaba para ellas, encontró una rosa; una rosa majestuosa, una
rosa llena de vida y de ganas de ser agasajada por alguien que entendiera su
naturaleza de reina de las flores. Era una de esas rosas que se enorgullece de
ser la más hermosa de las flores, la que conoce su descendencia y su destino. La
rosa, se encontraba entre un gran rosal, un rosal que no había germinado, un
rosal lleno de espinas y de hojas que protegían a esta reina de cualquier iluso
que quisiera llegar a ella.
El ruiseñor
nunca buscó encontrarse con ella, es más, pudo no haberla determinado en un
espacio diferente de tiempo, ya que él había pasado innumerables veces por este
mismo camino; pero algo llamó su atención en aquella rosa, que aunque
protegida, se encontraba totalmente sola. -
Algo tan hermoso no debería estar allí, tan solitario- pensó para si
mismo el ruiseñor. El deseo de contemplarla más de cerca cobijó al ruiseñor, y
se dejó caer casi en picada para poder apreciar con detalle tan hermoso ser…
Alto!, detente!, observó el ruiseñor alrededor de ella, era una cama de
afiladas espinas, espinas puntiagudas que podrían dañar el hermoso plumaje del
cantor de los bosques. Frena pequeño ruiseñor – Dijo la rosa con voz melodiosa
y llena de gracia, - no te hagas daño mi hermoso ruiseñor, estoy sola en este
rosal, las demás rosas tienen miedo de florecer porque las puedo aplacar con mi
belleza. No te acerques pequeño y amado ruiseñor podría lastimarte.
El ruiseñor paró
su caída frenética hacía ella y solo se posó en una rama cercana a
contemplarla.
La rosa volvió a
contemplar esa avecilla que la observaba atenta y dijo con voz muy serena y
llena de embrujo: - Canta solo para mi pequeño ruiseñor, canta todos los días
de tu existencia para mi y yo estaré complacida por eso. Nunca podrás acercarte
a mi, amado ruiseñor, pero alegrarás mis días con tu hermoso canto.
La esperanza del
ruiseñor se volvió inmensa, aquella hermosa rosa lo había elegido para ser
quien alegrara su soledad, era quien la iba a acompañar en su vida y para toda
la existencia…. Canta pues pequeño ruiseñor tus mejores tonadas – Gritó la
rosa.
El pequeño
ruiseñor comenzó a cantar para su amada rosa sus mejores trinos imponentes e
imparables trinos, sonidos hermosos salían de su pequeño pico. Los animales del
bosque quedaban estupefactos cuando se acercaban y escuchaban estas hermosas
notas… canta ruiseñor, canta mi amado una y otra vez, nunca pares pequeño
ruiseñor, tu serás mi compañía por siempre.
Todo el bosque
escuchaba sus trinos, las demás flores lloraban de amor por las notas llenas de
ilusión y de esperanza del pequeño ruiseñor; algunas incluso llegaron a
musitar: - si esas notas fueran para mi, oh ruiseñor, mi vida sería tu vida
para siempre. Pero el ruiseñor impávido solo tenía ojos y voz para esa hermosa
rosa, la rosa que solo allí sentada escuchaba cantar al hermoso ruiseñor.
Los días pasaron
y ya era habitual en el bosque encontrar el ruiseñor cantándole a aquella rosa
que en su arrogancia se enorgullecía de tener a su lado la mejor de las aves
cantando solo para ella y vibrando solo por ella. Se había vuelto de lo más
normal, encontrar al ruiseñor en el día más soleado, así como en la peor de las
tempestades junto a ella.
Un día
cualquiera la rosa decidió que el ruiseñor debía acercarse más a su amada,
demostrarle que por ella podría hacer cualquier cosa, lo que ella quisiera y
hasta mucho más; el plan estaba listo, la rosa dijo al ruiseñor lo que debía
hacer: el ruiseñor iba a entrar a la cama de espinas, la atravesaría y se
posaría junto a su amada por siempre y hasta que la muerte decidiera sus
destinos.
El ruiseñor sin
vacilar voló al rosal y como un cohete
ingresó entre las ramas; cuidado ingenuo ruiseñor, no conoces lo afiladas de
las espinas de este rosal de una sola rosa. Mientras tanto la rosa solo veía
como su desesperado protector se introducía de manera temeraria entre los
brazos que la habían protegido por innumerables días y dijo con voz
exclamativa: - pequeño ruiseñor, si realmente quieres estar conmigo tienes que
llegar a mi; gana tu el derecho de estar conmigo, porque yo no quiero mover un
solo pétalo por ti, eres tu quien quiere estar conmigo.
El ruiseñor
sintió que nada de lo que había hecho durante tanto tiempo importaba para la
rosa, solo era un objeto más dentro de una colección de logros de ella misma;
cada trino que había pronunciado con el corazón, poco importaba… todo el
sacrificio que había hecho, todo lo que había dejado, su paz, su tranquilidad,
su alegría y su libertad, nada de eso importaba al final, porque la rosa no lo
amaba, solo era el acompañante de una soledad , la arrogancia perpetua de una
rosa que había sido abandonada por todos.
El ruiseñor
estaba dentro del gran rosal, espeso, lleno de afiladas dagas y este solo
pensaba en pasar entre ellas para encontrarse con su amada, pero entonces todo
el rosal arremetió contra el ruiseñor y de una manera inhóspita, las espinas
atravesaron su pequeño cuerpo una y otra vez, pero el ruiseñor no cesaba en su
afán de llegar a ella, luchó, luchó y luchó; el bosque veía como el gran
ruiseñor con sus últimos esfuerzos se posó junto a su amada y con la voz
resquebrajada comenzó a cantar una tonada, una tonada tan triste que todo el
bosque lloró, todos lloraron el cruel destino del fiel ruiseñor, del hermoso
ruiseñor que entregó su vida por lo que más quería.
La rosa al verlo
así gritó su desespero tratando de ayudarle, pero su tallo estaba tan aferrado
a su ser que no pudo mover nada, solo sus pétalos podía mover…. Ruiseñor
contesta, Ruiseñor!!! La rosa comenzó a dejar caer cada uno de ellos intentando
llegar a su amado moribundo… uno, dos, innumerables pétalos cayeron a su
alrededor, pero solo al final el ruiseñor con sus últimos alientos dijo a la rosa: -pequeña rosa, aun sin tus
pétalos yo te veo hermosa, lo que siempre quise de ti fue un motivo para morir
y mi mejor motivo eres tu, mi amada rosa.
Oh, pequeña y frágil
rosa por mantenerte hermosa, dejaste ir lo que todos buscamos durante nuestra
existencia: LA FELICIDAD
Aún hoy, cada
animal del bosque escucha de cuando en vez un trino hermoso y recuerdan la
historia del pequeño ruiseñor.