jueves, 23 de febrero de 2012

La felicidad!


MATANDO UN RIUSEÑOR
Lentamente y sin heridas visibles
El ruiseñor cantaba alegremente todos los días, cada día era un trinar lleno de vida; pensando para si mismo haber encontrado la felicidad. Se posaba en las altas ramas y desde allí su voz se difundía por todo el bosque, cuando este se aburría, simplemente emprendía el vuelo a otros nuevos prados, donde otros animales en la tierra y en el aire pudieran escuchar su melodiosa voz.
Un día, desprevenido, el pequeño ruiseñor volando por el medio de una campiña adornada de flores silvestres que le escuchaban atentas y llenas de beneplácito porque el ruiseñor cantaba para ellas, encontró una rosa; una rosa majestuosa, una rosa llena de vida y de ganas de ser agasajada por alguien que entendiera su naturaleza de reina de las flores. Era una de esas rosas que se enorgullece de ser la más hermosa de las flores, la que conoce su descendencia y su destino. La rosa, se encontraba entre un gran rosal, un rosal que no había germinado, un rosal lleno de espinas y de hojas que protegían a esta reina de cualquier iluso que quisiera llegar a ella.
El ruiseñor nunca buscó encontrarse con ella, es más, pudo no haberla determinado en un espacio diferente de tiempo, ya que él había pasado innumerables veces por este mismo camino; pero algo llamó su atención en aquella rosa, que aunque protegida, se encontraba totalmente sola. -   Algo tan hermoso no debería estar allí, tan solitario- pensó para si mismo el ruiseñor. El deseo de contemplarla más de cerca cobijó al ruiseñor, y se dejó caer casi en picada para poder apreciar con detalle tan hermoso ser… Alto!, detente!, observó el ruiseñor alrededor de ella, era una cama de afiladas espinas, espinas puntiagudas que podrían dañar el hermoso plumaje del cantor de los bosques. Frena pequeño ruiseñor – Dijo la rosa con voz melodiosa y llena de gracia, - no te hagas daño mi hermoso ruiseñor, estoy sola en este rosal, las demás rosas tienen miedo de florecer porque las puedo aplacar con mi belleza. No te acerques pequeño y amado ruiseñor podría lastimarte.
El ruiseñor paró su caída frenética hacía ella y solo se posó en una rama cercana a contemplarla.
La rosa volvió a contemplar esa avecilla que la observaba atenta y dijo con voz muy serena y llena de embrujo: - Canta solo para mi pequeño ruiseñor, canta todos los días de tu existencia para mi y yo estaré complacida por eso. Nunca podrás acercarte a mi, amado ruiseñor, pero alegrarás mis días con tu hermoso canto.
La esperanza del ruiseñor se volvió inmensa, aquella hermosa rosa lo había elegido para ser quien alegrara su soledad, era quien la iba a acompañar en su vida y para toda la existencia…. Canta pues pequeño ruiseñor tus mejores tonadas – Gritó la rosa.
El pequeño ruiseñor comenzó a cantar para su amada rosa sus mejores trinos imponentes e imparables trinos, sonidos hermosos salían de su pequeño pico. Los animales del bosque quedaban estupefactos cuando se acercaban y escuchaban estas hermosas notas… canta ruiseñor, canta mi amado una y otra vez, nunca pares pequeño ruiseñor, tu serás mi compañía por siempre.
Todo el bosque escuchaba sus trinos, las demás flores lloraban de amor por las notas llenas de ilusión y de esperanza del pequeño ruiseñor; algunas incluso llegaron a musitar: - si esas notas fueran para mi, oh ruiseñor, mi vida sería tu vida para siempre. Pero el ruiseñor impávido solo tenía ojos y voz para esa hermosa rosa, la rosa que solo allí sentada escuchaba cantar al hermoso ruiseñor.
Los días pasaron y ya era habitual en el bosque encontrar el ruiseñor cantándole a aquella rosa que en su arrogancia se enorgullecía de tener a su lado la mejor de las aves cantando solo para ella y vibrando solo por ella. Se había vuelto de lo más normal, encontrar al ruiseñor en el día más soleado, así como en la peor de las tempestades junto a ella.
Un día cualquiera la rosa decidió que el ruiseñor debía acercarse más a su amada, demostrarle que por ella podría hacer cualquier cosa, lo que ella quisiera y hasta mucho más; el plan estaba listo, la rosa dijo al ruiseñor lo que debía hacer: el ruiseñor iba a entrar a la cama de espinas, la atravesaría y se posaría junto a su amada por siempre y hasta que la muerte decidiera sus destinos.
El ruiseñor sin vacilar  voló al rosal y como un cohete ingresó entre las ramas; cuidado ingenuo ruiseñor, no conoces lo afiladas de las espinas de este rosal de una sola rosa. Mientras tanto la rosa solo veía como su desesperado protector se introducía de manera temeraria entre los brazos que la habían protegido por innumerables días y dijo con voz exclamativa: - pequeño ruiseñor, si realmente quieres estar conmigo tienes que llegar a mi; gana tu el derecho de estar conmigo, porque yo no quiero mover un solo pétalo por ti, eres tu quien quiere estar conmigo.
El ruiseñor sintió que nada de lo que había hecho durante tanto tiempo importaba para la rosa, solo era un objeto más dentro de una colección de logros de ella misma; cada trino que había pronunciado con el corazón, poco importaba… todo el sacrificio que había hecho, todo lo que había dejado, su paz, su tranquilidad, su alegría y su libertad, nada de eso importaba al final, porque la rosa no lo amaba, solo era el acompañante de una soledad , la arrogancia perpetua de una rosa que había sido abandonada por todos.
El ruiseñor estaba dentro del gran rosal, espeso, lleno de afiladas dagas y este solo pensaba en pasar entre ellas para encontrarse con su amada, pero entonces todo el rosal arremetió contra el ruiseñor y de una manera inhóspita, las espinas atravesaron su pequeño cuerpo una y otra vez, pero el ruiseñor no cesaba en su afán de llegar a ella, luchó, luchó y luchó; el bosque veía como el gran ruiseñor con sus últimos esfuerzos se posó junto a su amada y con la voz resquebrajada comenzó a cantar una tonada, una tonada tan triste que todo el bosque lloró, todos lloraron el cruel destino del fiel ruiseñor, del hermoso ruiseñor que entregó su vida por lo que más quería.
La rosa al verlo así gritó su desespero tratando de ayudarle, pero su tallo estaba tan aferrado a su ser que no pudo mover nada, solo sus pétalos podía mover…. Ruiseñor contesta, Ruiseñor!!! La rosa comenzó a dejar caer cada uno de ellos intentando llegar a su amado moribundo… uno, dos, innumerables pétalos cayeron a su alrededor, pero solo al final el ruiseñor con sus últimos alientos  dijo a la rosa: -pequeña rosa, aun sin tus pétalos yo te veo hermosa, lo que siempre quise de ti fue un motivo para morir y mi mejor motivo eres tu, mi amada rosa.
Oh, pequeña y frágil rosa por mantenerte hermosa, dejaste ir lo que todos buscamos durante nuestra existencia: LA FELICIDAD
Aún hoy, cada animal del bosque escucha de cuando en vez un trino hermoso y recuerdan la historia del pequeño ruiseñor.


domingo, 19 de febrero de 2012

estrellita

La estrella de mar habita en casi todas las aguas costeras del mundo, se alimenta de ostras y almejas. Cuando encuentran algo para su alimento, una concha por ejemplo, trata de abrirla y no desmaya hasta lograrlo en un esfuerzo continuo a veces durante horas enteras, hasta que al fin la concha mas dura y herméticamente cerrada acaba por rendirse, y asi logra la estrella su alimento. Dios la hizo perseverante y sin ninguna prisa. Es un ejemplo para nosotros, y nos enseña a no desfallecer al primer tropiezo, al contrario,  debemos ser perseverantes y mantener siempre nuestra confianza.

martes, 14 de febrero de 2012

Sentimientos



Cuentan que una vez se reunieron en algún lugar de la tierra los sentimientos y cualidades de los hombres.

Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez, la locura, como siempre tan loca, les propuso: “Vamos a jugar a las escondidas”.


La intriga levantó la ceja y la curiosidad sin poder contenerse preguntó: “¿ A las escondidas? ¿Cómo es ese juego?”.

“Es un juego-explicó la locura-en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden, y cuando haya terminado, el primero de ustedes que encuentre, ocupará mi lugar para terminar el juego.”

El entusiasmo bailó secundado por la euforia. La alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda e incluso a la apatía, que nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar. La verdad prefirió no esconderse, ¿para qué? Si al final siempre la encuentran. La soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiera sido de ella) y la cobardía prefirió no arriesgarse.

“Uno, dos, tres...”, comenzó a contar la locura. La primera en esconderse fue la pereza que se dejó caer en la primera piedra en el camino. La fe subió al cielo y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol mas alto.

La generosidad casi no alcanzaba a esconderse, porque cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. ¿Qué tal un lago cristalino? Ideal para la belleza, ¿La rendija de un árbol? Perfecto para la timidez. ¿Una ráfaga de viento? Magnífico para la libertad.

Así la generosidad terminó por ocultarse en un rayito de sol. El ego, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo, pero sólo para él.

La mentira se escondió en el fondo del océano(en realidad detrás del Arco Iris.La pasión y el deseo en el centro de los volcanes. El olvido......se olvidó donde.

Cuando la locura contaba 999.999,el amor aún no había encontrado sitio, pues todo estaba ocupado, hasta que diviso un rosal y estremecido decidió esconderse entre las flores.

“Un millón”, gritó la locura y comenzó a buscar.

La primera en aparecer fue la pereza, sólo a tres pasos de una piedra. Después escucho a la fe discutiendo con Dios sobre Zoología y a la pasión y al deseo los sintió vibrar desde el fondo de los volcanes. En un descuido encontró a la envidia y pudo deducir donde estaba el triunfo. Al egoísmo no tubo que buscarlo ya que el solito salió disparando de su escondite que había sido un nido de avispas.

De tanto caminar la locura sintió sed, y al alcanzar el lago descubrió a la belleza. Con la duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún, en que lado esconderse. Así fue encontrando a todos. Al talento, entre las hierbas frescas, la angustia, en una oscura cueva, a la mentira, detrás del Arco Iris y hasta el olvido, que ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas.

Solo el amor no aparecía por ningún lado. La locura buscó detrás de cada árbol, debajo de cada piedra, en la cima de las montañas, y cuando estaba por rendirse, divisó el rosal.... y comenzó a mover las ramas.

De pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al amor. La locura no sabia que hacer para disculparse. Lloró, rogó, imploró, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la tierra, el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.


Leer hace feliz